Mientras el tiempo pasa
las manos se cierran y envejecen
se escaman y se agrietan
y el viento al rozarlas
te lastima, te hiere
te sangran como fuente
de un manantial que desvanece
y mis labios absorben con deleite
el sabor agridulce de tu sangre
extraño placer el que mi cuerpo siente,
y se empañan los cristales
con la sal de mis lágrimas
y resbalan hasta que
amargamente en mi boca fallecen
y persisten en mi cuerpo
que entristecen las horas
que van de tu vida a la mía,
los suspiros se mecen al compás
de un balanceo que presiente
la tempestad que cubrirá
de un tono gris oscuro
la sombra de tu cuerpo
al acercarse a la mía,
y mi carne trémula
temblará como un débil junco
atrapado en las redes del olvido.
Mientras el tiempo pasa
una silueta débil va tomando forma
y de los poros de su piel afloran
manchas rojas, como amapolas
eterna esencia del néctar sagrado
de una fruta que ha madurado
a través de una simiente abonada
de ausencias y de reclamos
presagiando de antemano
que morirá en esa hoguera
formada por esta quimera
que va embargando con desgana
una piel que languidece.
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