Y se marchó y buscó un lugar
donde esconder su soledad
el corazón le decía descansa ya
su cuerpo entero añoraba libertad.
Huyendo del destino que marcó
palabras en su piel, que allí dejó,
escritas a fuego y con dolor,
heridas que formaron el ayer.
Soñaba con promesas sin cumplir,
con sombras que danzaban sin cesar
en torno a una voz que le llamaba,
diciendo entre susurros llegó el final.
Con la puerta del infierno se topó
y sin llamar, ella se abrió,
su luz cegadora sus ojos nubló
y su cuerpo roto allí quedó.
Y la mañana desnudo lo encontró
atrapado entre fragmentos de cristal,
que hicieron jirones en su piel
y su débil corazón se dejó vencer.
El inmenso abismo de los vicios le atrapó
y en un sutil abrazo le envolvió,
regalándole caricias, le robó su voluntad
y hechizado por su aliento, derribó su dignidad.
Entre despojos, sus pies descalzos caminaron,
sintiendo en su costado abrirse una herida
que en el silencio de la madrugada
soportando las dentelladas, ella sangraba.
Su mirada encarcelada, su sangre derramada,
hundido su pensamiento, su palabra olvidada,
perdido y desamparado, en la noche oscura
su alma solitaria quedó atrapada.
Porqué él será libre, cuando la muerte le llegue,
cuando la puerta se abra y de los infiernos él salga,
y buscará un lugar donde poder descansar,
porque el precio de sus vicios, él ya habrá pagado.
