A la caída de la tarde
miro mis manos, y están vacías
mi corazón triste y solo
con trocitos de cristal a mi alrededor
que van cortando en pedazos
todo lo que a mi me rodea
arrastrando una soledad que pesa
un quejido mudo estalla
que solo se escucha en mi interior
que solo se escucha en mi interior
me pierdo en unas lineas torcidas
escritas con tinta de amargura
los reproches son los que habitan mis días
convirtiendo un presente en algo oscuro y frío
reflejo de una tormenta que cubre
con toda su fuerza una estancia compartida
rodeada de unos deseos perdidos
que no encuentran camino alguno
el rechazo marchita los deseos, los anhelos, las ilusiones
al igual que se marchitaron las rosas
y en su lugar solo quedaron sus espinas
esas que rasgan en mil pedazos un alma herida
caminando por una empinada cuesta
que nos lleva hasta el más profundo de los precipicios
en el cual van muriendo los amores
mi mente es un hervidero de pensamientos
se acaban los argumentos que dan vida a unas palabras vacías
se pueda oler el desconsuelo
se nos olvido como se conjuga el verbo amar
y ahora habrá que resignarse a vivir en esta farsa
caminaremos por una vereda fingida
por un silencio constante que duele y pesa
zozobrando a la deriva se encuentra nuestro destino
naufragaremos en un fondo de lodo
que lo cubrirá todo con su espesa densidad
mis pies como mi vida andan descalzos
y mi corazón anda encogido, lastimado
como un anticipo de un otoño en soledad.
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