jueves, 23 de enero de 2014

ENCARCELADA



 En la penumbra de una celda oscura y fría, una sombra lánguida se pasea arrastrando unos pies encadenados a una gruesa cadena, sin mas compañía que la oscuridad y la soledad.
En un rincón, un cubo de latón desprende un fétido olor de los desechos que su cuerpo arroja al exterior,  y junto a él un plato y un vaso de cerámica que si alguna vez fueron blancos, de eso ya no queda rastro alguno, sucios, escalabrados, con una mugre pegajosa y espesa, con restos de una cosa viscosa, que llaman comida y un liquido negruzco que dicen ser agua.
En el rincón opuesto, un saco lleno se paja y unos harapos que llaman manta, y en lo alto de una de las paredes un hueco pequeño y estrecho deja entrever unas rejas gruesas sucias que por ellas entra un hilo de luz, que no consigue llegar al frío suelo.

Sus ojos con el paso de los días se han acostumbrado a la oscuridad, su cuerpo, a esa asquerosa y escasa comida, y sus huesos al duro y frío saco que tiene por colchón. Su mente intenta mantenerse ocupada pero a duras penas lo consigue, por momentos cree volverse loca, le falta aire y espacio, su cuerpo va perdiendo peso, fuerza y apenas consigue dormir, y cuando lo consigue, oscuras pesadillas atenazan su sueño, y cuando ésta despierta, su mente intenta recomponer el rompecabezas que forman sus recuerdos.

Risas y alboroto, un grupo de cuatro amigas decidieron que debían ir de vacaciones a un país exótico, eran jóvenes y mujeres, pero eso no les importaba, eso no seria obstáculo para conocer otras culturas y vivir divertidas aventuras.
El viaje en avión fue tranquilo, a pesar que ellas estaban excitadas por los días que pasarían en ese país extranjero, la llegada al aeropuerto y al hotel fueron como lo habían planeado, en el aeropuerto cogieron un destartalado autobús que las dejó cerca del hotel, recorriendo un pequeño trayecto a pié, cargadas con sus vistosas mochilas, les hizo gracia que se las quedaran mirando pues su manera de vestir era muy diferente.

El hotel era corriente, mucho mas inferior que cualquier pensión de su país, pero ellas habían decidido que no debían seguir la misma ruta que todos los turistas, pues en ellas estaba todo programado, y ellas querían conocer el país auténtico y vivir y sentir como se vivía allí, así que habían programado que se desplazarían en autobús, en tren, como la mayor parte de la gente, caminarían, comerían y dormirían donde en ese momento estuvieran.
Los primeros días trascurrieron con toda normalidad visitaron los monumentos y se mezclaron con la gente, ignorando como las miraban, todo era diferente, con cosas muy hermosas y también con mucha pobreza. Viajaron en unos trenes viejísimos, abarrotados de gente vestida con ropa muy humilde y muy diferente.

Un letrero luminoso llamó nuestra atención, era como un bar o un club nocturno y mirándonos decidimos entrar en el
- ¡si alguna liga esta noche, las demás duermen bajo las estrellas! 
dijo riendo Inés  -¡no! dije yo
 y riendo contestaron todas  -¡anda no seas estrecha!.
Al entrar todas las miradas fueron para nosotras, era un sitio oscuro y algo sucio, nos acercamos a la barra y el camarero en un perfecto inglés, nos preguntó. 
-¿Qué desean tomar las señoritas? 
Cuando nos puso las bebidas, mirando hacia el otro extremo de la barra nos dijo.
 -Están invitadas por aquel caballero.
El caballero en sí era un chico moreno guapote que se nos acercó y entabló una animada charla con nosotras y acto seguido nos presentó a un grupo de hombres diciendo que eran sus amigos, seguimos bebiendo y fumando unos cigarrillos con un sabor y aroma diferentes a todo lo fumado hasta ese momento, las miradas pasaron de ser curiosas a ser algo mas, empezando a tontear, las risas se convirtieron en carcajadas nerviosas y el humo de los cigarrillos formaba una neblina que creaba un ambiente intrigante, las manos empezaron a rozar otras manos, otra piel y a escuchar susurros al oído, nos invitaron a un reservado mas discreto y oscuro....... y de lo que paso allí tengo vagos recuerdos, el tacto de unas manos manoseando mi cuerpo, de una boca que se pegaba a la mía y resbalaba por mi piel dejándola húmeda como babosa, recuerdos ambiguos de un cuerpo encima del mío y otras manos recorriendo mi cuerpo, mientras yo intentaba  apartarlo escuché. 
-¡A estas putas extranjeras las daremos lo que se merecen!
 mi cabeza daba infinidad de vueltas, me sentía como borracha y sin voluntad.
Los gritos se mezclaban con los jadeos, y como fueron siendo otras manos las que me tocaban y otros cuerpos los que sentía encima de mi y me poseían.

Lo siguiente que recuerdo es estar tirada en mitad de la nada, sucia, con la ropa rasgada y la mente confusa, y como unos hombres uniformados me arrastraban y me introducían en un viejo coche, me llevaron a una vieja y sucia oficina y allí empezaron hacerme miles de preguntas que yo no conseguía contestar con claridad, se rieron en mi cara cuando les dije que habían abusado de mí.
 -¿Abusar de ti?  me dijeron.
 -¿No será  que tú lo provocaste y lo deseabas?
Encima de una vieja mesa tiraron las cosas de mi bolso que encontraron junto a mí, y allí entre mis cosas había una bolsita que yo jamás había visto, los hombres hablaron, me miraron y con gesto hosco me esposaron y me acusaron de traficante de drogas, pues la bolsa contenía cocaína, en este país eso esta muy castigado por la ley, me interrogaron, maltrataron y humillaron gritándome  
-¡estas extranjeras son basura, drogadictas y fulanas!
-¡piensan que pueden venir con su puto dinero, sus vicios y corromper todo lo que pisan!.

Yo estaba aterrada, por mas que juré y perjuré que decía la verdad y que aquello no era mío, que no tomaba ni vendía ni traficaba con ellas, a ese abogado que me asignaron y en ese juicio en el cual me condenaron y me encerraron en esta fría celda a pasar veinte años de prisión, sin saber nada de la suerte que habían corrido mis amigas, tuvimos la osadía de viajar solas a un país donde la mujer desde niña es tratada como un objeto sexual, en un país donde los derechos de la mujer están por debajo del subsuelo y una hipocresía rayando el infinito.
Y aquí estoy aislada del mundo exterior, muriendo poco a poco, tratando de no volverme loca, sufriendo por el daño que he causado a mis padres, y esperando una ayuda de mi país que tarda una eternidad en llegar. 



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