Los ojos se vuelven perezosos
no quieren abrirse en la mañana,
desean continuar cerrados
y así poder seguir soñando.
Quizás no sean simple sueños
y sean deseos disfrazados
que vienen a ti como las olas
y besan la arena de la playa.
Llenando sus huellas de salitre
en tardes de mareas y resacas
y tiembla el marinero y su barca
buscando el cobijo de su alma.
La noche desciende lentamente
envuelta en un manto de negro terciopelo
bordado con estrellas y luceros
y en el centro la dama plateada.
La niebla y la bruma reaparecen
llenando de humedad el pensamiento
luchando por perder las ataduras
dejando el corazón al descubierto.
Sangrando esa herida tan profunda
dejando una mancha encarnada
deslizándose una lágrima solitaria
sintiendo dolor en las entrañas.
Y entre sueño y sueño llega el alba
que de nuevo su luz nos regala
llevándose el secreto de las sombras
que caminan silenciosas en la noche.
El sol con su eterno resplandor
calentará de nuevo a los hombres
que caminan despacio y sin prisa
disfrutando los perfumes de la vida.
Los ojos se despiertan perezosos
y los sueños se deslizan sigilosos
agitando los deseos mañaneros
esperando dulcemente algun beso.
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