viernes, 12 de abril de 2013

UNA DE PRINCESAS



Érase que se era en un país muy lejano: 
Había una linda y rubia princesita llamada Margarita, que vivía feliz con sus papás los reyes en palacio. Margarita es una princesita, linda, delgada,  inteligente, alegre y muy de su tiempo. Tenia a más de un príncipe enamorados de ella, pero ella parecía no interesarla, su padre, el rey la decía, "mira nena, que el tiempo  pasa y como no te decidas quedarás para vestir santos".

Un día conoció a un apuesto y musculoso  ingeniero ¡oh,oh! que hermosura de chico, pensó toda excitada ¡éste es el que quiero, él sera  mi marido!.
Cuando llegó a palacio toda decidida le dice al rey, su padre; papá ya encontré  el amor que estaba esperando, su padre feliz exclama ¡ya  es hora, pensé que estas palabras  jamás  escucharía!
Ella entusiasmada le cuenta, lo guapo, inteligente y musculoso que es Carlos su amado  ¡un sueño de hombre! Sus papás con mucho interés preguntan ¿Margarita a qué familia real pertenece? ella riendo les dice ¡eso ya no se lleva! estos son otros tiempos, mi amado no tiene sangre azul la tiene roja.
 ¡No, no,  eso no puede ser! no te puedes casar con un simple ingeniero y encima de sangre roja, afirman un poco enfadados, "pero ella erre que erre" hasta que los reyes por aburrimiento la dieron su consentimiento.
Tuvieron boda sencilla, asistieron la nobleza en pleno, nobles, militares de alto rango, empresarios adinerados, ingenieros, deportistas, amigos, en fin, todos los personajes con rango del país y de los alrededores.

Vivían felices en un pisito pequeño, doscientos o trescientos metros más o menos, donde los hijos que iban teniendo "pobrecitos" crecían un poco apretaditos. Margarita y Carlos trabajaban muy duro para sacar su hogar adelante, sin grandes lujos, "doncella, niñera, mayordomo, chófer, guardaespaldas", vamos muy normalitos.
A primeros de mes organizaban la contabilidad, tres mil euros por aquí, seis mil por allá, diez mil para acá ect...... Carlos apurado  y con rubor  decía, Margarita tienes que convencer  al rey tu padre para que nos suba la asignación ¡pues  con este dinero no llegamos a fin de mes!

 Pasaron unos años y la cosa fue cambiando,  pasaron de un pisito pequeño a un palacete, de una doncella  a cuatro, de un chófer a dos, de una niñera a dos, una para los nenes y otra para las nenas, profesores de todo tipo  para que los niños se pusieran al día en el deporte, pues ya tenían jardín, piscina, pista de tenis y padel, viajes por aquí por allá.........

Entonces los envidiosos y malas lenguas empezaron a murmurar, ¿que de dónde, cómo y porqué? hablaron y hablaron, llegando hasta las dependencias del rey, ¡esto hay que aclararlo! dijo enfurecido, llamando a sus consejeros les  preguntó ¿cómo lo haremos?  y ellos pensativos exclamaron ¡llamaremos a los jueces! los jueces "pensaron y pensaron" y Andrés el juez mas atrevido dijo ¡los imputaremos! y dicho y hecho, les llamó a su palacete, citándoles para el viernes.

Carlos preocupado no descansaba ¿qué es eso de imputados? vaya palabreja que se han inventado, ¡No te preocupes mi amor! le decía Margarita ¡yo iré  y lo explicaré todo!.
Y  llegó el viernes, Carlos y Margarita fueron a la cita, allí estaba  el rey, los consejeros y jueces, cuando estuvieron enfrente de todos ellos, Magarita  muy educada saluda a su padre el rey, dirigiéndose a los allí presentes: Señores consejeros, señores jueces, estoy muy sorprendida por esta citación suya,  pero con gusto les daré una explicación: 
Magarita comienza a hablar. No hagáis caso de habladurías yo lo contaré todo, como saben mi marido y yo dejamos nuestro hogar todos los días para ir a trabajar, luego cuando terminamos, Carlos sale hacer deporte una hora todos los días. 

Una noche llega todo nervioso excitado, diciéndome: Margarita ¡mira lo que me encontrado! en sus manos traía una bolsa de cuero roja un poquito rarita, llenos de curiosidad abrimos la bolsa, saliendo de ella un Mago nos dijo entusiasmado. ¡Decidme rubiales guapos! ¿cuáles son vuestros más fervientes deseos? decidme ¡que aquí  estoy yo para concederlos!

 Mi marido se queda  un poco pensando "que pedir, que dilema" y dijo todo turbado: Una casita más grande que aquí andamos un poco apretados.
El Mago dijo: ¡Os concedo un palacete, para que andar con reparo!
  Luego tímidamente pregunta ¿darnos algo de dinero que estamos un poquito apurados?
 ¡cómo no! dice el Mago  - y nos dio dinero a raudales.

El rey su padre la escucha todo embobado, pensando para sus adentros << cómo se explica la niña, se nota la educación que la he dado >>
Como ha escuchado señor juez nosotros no hemos "robado, estafado, manipulado ni engañado", si algo en casa ha cambiado ¡la culpa la tiene el Mago! que  para complacernos en todo, con nosotros en casa se ha instalado.
Todos quedaron perplejos, esto es un caso de cuentos, dice el juez entusiasmado, y el rey exclama feliz, orgulloso y despreocupado ¡señores, siendo así todo queda aclarado y olvidado!. y vosotros hijos míos cuidarme bien  a ese Mago  ¡que yo cualquier  día os lo  pediré prestado!




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