domingo, 7 de abril de 2013

MARTÍN, EL NIÑO PECOSO Y PELIRROJO




 Martín: es un chico pelirrojo, pecoso y algo bajito para su edad, su cara es redonda, sus ojos pequeños y de un profundo color azul cielo, "de esos días claros y hermosos" le suele decir su madre.
 Vive con sus padres en una casita, arriba de una bonita montaña. Para ir a la escuela, que está en una pequeña aldea en la ladera de la montaña, tiene que caminar todos los días  por un camino que bordea un espeso bosque, cruzar un pequeño y viejo puente de piedra, que atraviesa un hermoso arroyo.

En la escuela los niños se ríen de él, por que su pelo es rojizo, espeso y algo rizado, su cara redonda no tiene un solo centímetro que no este lleno de pecas, y riendo le dicen:
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Enfadado vuelve a casa y preguntaba ¿Mamá, porqué tengo tantas pecas en la cara? su madre le contesta con dulzura, Martín ¿a ti te gustan las noches en que el cielo esta tan lleno de estrellas? si, contesta Martín, pues cuando tú naciste era una noche de verano y el cielo estaba lleno de estrellas, todas quisieron bajar a verte, y tanto se acercaron que se quedaron pegadas a  tu piel.

Martín no acababa de comprender, ¡si! claro que a él le gustaban las noches de verano, el cielo estaba llenito de estrellas y la luna lo alumbraba todo, ¡pero que hubieran bajado a verle y ponerse en su cara, eso él no acababa de entenderlo! pero no importaba. 
¡Le gustaban tanto las cosas bonitas que su madre le decía!

 Martín iba a la escuela todos los días y cuando volvía, tenía que hacer las tareas que sus padres le tenían asignado. Echaba de de comer a las gallinas y buscar los huevos que ellas ponían. Martín se preguntaba ¿también se burlarían  las gallinas de él? porque cada día los ponían en sitios diferentes y entonces él se pasaba un rato largo buscándolos.

Cuando terminaba iba al establo, allí estaban los terneros pequeños - ¡Papá! ¿puedo ayudarte? sí, le respondía, coge el caldero, y das la leche a los terneros, Martín disfrutaba mucho, era unos de los ratos de la tarde que más le gustaban.

Un día cuando Martín iba por el camino que bordeaba el bosque escuchó un extraño ruido, salía del bosque, le tenían prohibido adentrarse solo en el bosque, solo podía entrar con su padre.

Dudo un poco pero la curiosidad pudo más, y se fue adentrando más y más, lo miraba todo de diferente manera que cuando lo veía de la mano de su padre, ahora los árboles le parecían más grandes, y la maleza más espesa.
Volvió a escuchar ese ruido extraño, parecía que le llamaban. ¡Martín, Martín!  "era el viento que al chocar con las hojas de los árboles parecían que le hablaban".

 Los rayos de el sol entraban entre los huecos de los árboles, tenían diferentes colores, parecían perlas que bajaban del cielo, pensó Martín maravillado.

Se fue adentrando en el bosque sin fijarse por donde tendría que volver para salir de allí, volvió a escuchar el ruido, le  pareció un  gemido de un animal, ¡de pronto ante él estaba un gran perro! o ¿era un lobo?, el animal le miraba con grandes ojos y con la boca abierta, mostrándole su gran dentadura. Martín se asustó.

¿Qué iba a pasar? ¿con qué se defendería? pensó Martín, tenía que haber cogido algo con que defenderse.
El animal lo observaba también a él ¿parecía quererle decir algo? se fue acercando a Martín, lo hacía cojeando y aullando ¡está herido, tenía sangre!  le salía de una herida que tenía en su cuello.
¿Qué le habría pasado? con un poco de miedo se fue acercando y alargó su mano y empezó a hacerle caricias.

Martín vio que  no era un lobo sino una perrita, de pelo rojizo como él, que estaba  herida  y parecía inofensiva, empezó a caminar con dificultad y Martín la siguió.
 Entre unos matorrales escondidos vio tres perritos pequeños ¡están dormidos!  pero cuando los tocó, espantado notó que dos de ellos no se movían ¡están fríos! ¿la perra será la madre? pensó Martín, ella se acerco y empezó a lamerlos y aullar con mucha pena.

Martín no sabía que hacer, ¿se enfadaría la perra, si los cogiera él? tendría que sacarlos de allí y curar a la madre. Empezó a recoger hojas y con ellas preparó una cama y allí depositó al perrito, ¿tenía que hacer algo con los otros dos? pensó Martín, y recogiendo hojas secas los tapó con mucho cariño, la perra parecía que lo entendía, pues comenzó
 a echar hojas con sus patas ella también. Cogió unas piedras y una gran rama y las puso de señal.

 Ahora tendría que buscar la salida para  salir de allí, Martín miró para todos los lados, no sabía para que lado ir ¡tenía que darse prisa! y salir del bosque antes que llegara la noche ¿cómo sería pasar la noche en el bosque? ¿dónde dormiría? sus padres estarían preocupados, nunca llegaba tan tarde, pronto me saldrán a buscar pensó Martín ¿le encontrarían pronto? 
Cogiendo al perrito en brazos echó andar y pasados unos segundos la madre los empezó a seguir.

Martín veía que la perra iba despacio y cojeando,  la herida  seguía sangrando ¡debía salir pronto de allí! necesitaba ayuda, "él no era tan fuerte como para llevar a la madre  en brazos también". La perra parecía entenderlo, se paró ¡no podía caminar más! "tenía que pensar en hacer algo" apenas entraba luz entre los árboles.
Martín se acerco a la perra y la dijo "tienes que quedarte aquí junto a estos matorrales" yo me llevaré al perrito y vendré con papá, él te ayudara. La perra le miró con ojos de agradecimiento ¡le había entendido!

Entonces Martín pudo caminar más deprisa, ya no entraba luz y Martín empezó a tener un poco de miedo, le pareció escuchar algo ¡Martín, Martín! ¿lo llamaban a él? siguió caminado hacia donde creía que venía la voz.
¡Martín, Martín! ahora estaba seguro era la voz de su padre lo llamaban a él y gritando dijo, ¡aquí! ¡aquí! !estoy aquí! divisó una luz y dijo ¡papá, papá estoy aquí! por fin la luz se acercó más, ¡allí estaba su padre!
Martín  ¿dónde estabas? ¡no te hemos dicho que no puedes entrar solo en el bosque! -le dijo mirándole a los ojos- y arrodillándose lo abrazo y le beso.





¡Papá, papá! dijo Martín ¡ mira lo que tengo! su padre miró y vio al perrito, y nervioso le contó a su padre lo que pasaba ¡tenemos que ir a por la madre! esta noche no podemos dijo el padre, iremos a casa y mañana de día vendremos a buscarla: Tenemos que ir ahora por favor ¡está muy mal!  exclama Martín.
 ¿Y si no encontramos pronto a la madre? ¡la noche en el bosque es peligrosa!. Mamá nos esta esperando muy preocupada, además este perrito tiene que comer sino no sobrevivirá, y cogiéndole de la mano juntos se fueron para casa. Cuando su madre lo vio le llenó de besos, después de cenar dieron un biberón al perrito y todos se fueron a dormir.

Martín  está triste y apenas duerme, cuando ve un poco de luz que entra por la ventana se levanta y allí esta su padre "tampoco a dormido mucho". juntos se van al bosque.
 ¡Por aquí ! ¡creo que es por aquí! y al rato encontraron a la perra que los miró con ojos tristes ¡estamos aquí! ¡no te hemos abandonado! dice Martín todo entusiasmado ¡está muy débil! ¡tenemos que darnos prisa!, dice el padre y cogiéndola en brazos empezaron a caminar.

La llevaron a la aldea para que la viera el veterinario ¡está muy débil! no se si se salvará les dijo ¡si lo hará yo la cuidaré! exclama con entusiasmo Martín.
La llevaron a la casa, entre las curas del veterinario y los cuidados de Martín, la perra pronto empezó a mejorar, el perrito correteaba alegre a su alrededor, le acompañaban a todas las partes y pronto los dos, fueron los mejores amigos de Martín.






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