miércoles, 10 de abril de 2013

AÑORANZAS DE MI MADRE




Cuando yo tenía trece años, tuve que vivir algo que vive conmigo desde entonces, vi morir a la persona que más quería, mi madre, en tres días cambió todo para mí, pase de tenerla a mi lado a tener que aprender a estar sin ella, mi vida cambió, sentí cosas que jamás había sentido, entró en mí la soledad, la tristeza el mayor de los desamparos, no entendía nada, fueron los peores días de mi vida, vividos hasta hora.

 Nunca había tenido la muerte tan cerca, tan cerca que la pude tocar, mi madre la persona que a mí me daba cobijo amparo, cariño, alegría, calor, mi madre a la que tantos besos  había dado y que sentía su calor y su ternura, esta vez estaba fría, más que fría, mi corazón y mi mente se asustaron, me era difícil hasta respirar, toqué sus manos, esas manos que a mi tanto me gustaba tocar, esas manos de largos dedos, que tanto habían trabajado para cuidarnos, su cara, esa cara que siendo una niña aprendí a recorrerla con mis manos, y que fue surcándose de arrugas de los avatares que tuvo que pasar.

Ahora estaban frías, creo  que  frías no es la palabra, es algo que hoy todavía no he podido dar con la palabra que lo definiera, ni la manera de olvidarlo. Cuando  mis labios tocaron su cara, el corazón se me rompió por dentro, escalofríos recorrían mi cuerpo que no dejaba de temblar asustada, mis ojos me dolían de tantas lágrimas que no dejaban de salir, mi mente la llamaba, la decía que despertara,  que me mirase otra vez con sus ojos, esos ojos  azules tan bonitos que  a mi tanto me hubiera gustado tener, que me mirase con esa mirada de ternura y melancolía  con la que ella miraba. Ella era dulce, inteligente, silenciosa, pero cuando te miraba sentías paz como si  estuvieras a salvo de todo, yo  la llamaba ¿mama, mama?    Esperando que me  contestara  como tantas veces lo hizo ¿qué quieres hija? Pero esas palabras no volví a escucharlas jamás.

Mi casa estaba llena de gente  pero yo nunca me había sentido tan sola y desamparada.
 ¿qué iba a ser de mí ahora?  Yo  no entendía lo que estaba pasando, y  mi interior se rebelaba ¿por qué ella? ¿Porque si había de irse alguien, por que ella y no otro? tristes     pensamientos pero no podía remediarlos, ella  era como un manto que todo lo arropaba, hasta cuando te regañaba, y nos dejaba con la tormenta el desasosiego.

 Las horas pasaban y llegó el momento de decirla adiós allí quedó unos metros bajo tierra como mi corazón, cuando volvía para casa pregunté  a mi hermano ¿ya no la veremos más? Y él muy triste respondió, no mi niña ya no la veremos mas.
 Volver  a entrar  en casa fue una de las cosas más duras, por más que miraba ella no estaba, fueron días de tristeza, soledad, llantos, miedos, rabia, desprecio hacia todo, me volví más silenciosa, como la casa, pensamientos duros llenos de rencor hacia algo que me había arrebatado lo que más quería, dolor, resentimientos, silencios.

 Respeto a pisar donde ella estuvo, estuve años sin poder pisar el suelo donde reposo sin vida, rodeaba porque parecía que iba a pisarla a ella, fueron tiempos muy difíciles, sentimientos  que he tenido que aprender a superarlos o vivir con ellos.
 Tenía a mi padre, a mis hermanos mayores y sobre todo mi hermana mayor que me cuidó, siempre lo ha hecho, mil gracias la doy, pero no era lo mismo, tenía a mis hermanos mas pequeños, que siempre les he querido tanto y se que ellos a mi también, desde aquí  les pido perdón porque  ha veces  no  supe cuidarlos como ellos se merecían, muchas veces eran ellos los que cuidaban de mí.

 Los días, los meses los años pasaban, por mi vida fueron pasando cosas unas mejores que otras, el dolor se va apaciguando, yo aprendí a vivir muchas cosas para mis adentros, mi madre  estaba conmigo, pero de otra manera, yo la hablaba la decía  mis cosas, su voz no la he vuelto a escuchar, pero la he escuchado de otra manera, desde aquí  le digo a mi hermano que no es verdad del todo lo que me dijo, yo la  he visto a mi madre muchas veces, ha estado  siempre conmigo. Cuando vestida de novia me miré  en la luna de ese armario viejo que todavía esta en casa allí la vi a ella, mirándome con sus dulces ojos y su mirada melancólica, no penséis  que estoy loca, yo la vi con mi mente y mi corazón, como se ve a las personas que ya no están. 
 La he añorado todos los años, cuando tuve a mis hijos ella estuvo conmigo, fue a la primera que se los enseñé, siempre la estoy contando cosas y egoísta también pidiéndoselas, rogándola que cuide de nosotros, de sus nietos, enfadándome también con ella porque en ocasiones  parece que nos abandona de nuevo.

 A mi madre la extraño, la quiero y la añoro, la seguiré hablando contando mis cosas, viéndola, no hay un solo día de mi vida que no piense en ella, lágrimas me está costando escribir esto, pero lo escribo con todo mi amor, ella se lo merece todo.
 Ella  es parte de mí, está en mi mente, en mi corazón, en mi piel, en mis alegrías y en mis penas. Mientras me quede un solo  aliento de vida ella vivirá dentro de mí porque ha sido, es y siempre será parte de mí.



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