Cuando yo tenía trece años, tuve que vivir algo que vive conmigo desde entonces, vi morir a la persona que más quería, mi madre, en tres días cambió todo para mí, pase de tenerla a mi lado a tener que aprender a estar sin ella, mi vida cambió, sentí cosas que jamás había sentido, entró en mí la soledad, la tristeza el mayor de los desamparos, no entendía nada, fueron los peores días de mi vida, vividos hasta hora.
Nunca había tenido la muerte tan cerca, tan cerca que la
pude tocar, mi madre la persona que a mí me daba cobijo amparo, cariño,
alegría, calor, mi madre a la que tantos besos
había dado y que sentía su calor y su ternura, esta vez estaba fría, más
que fría, mi corazón y mi mente se asustaron, me era difícil hasta respirar,
toqué sus manos, esas manos que a mi tanto me gustaba tocar, esas manos de
largos dedos, que tanto habían trabajado para cuidarnos, su cara, esa cara que
siendo una niña aprendí a recorrerla con mis manos, y que fue surcándose de
arrugas de los avatares que tuvo que pasar.
Ahora estaban frías, creo que frías no es la palabra, es algo que hoy todavía no he podido dar con la palabra que lo definiera, ni la manera de olvidarlo. Cuando mis labios tocaron su cara, el corazón se me rompió por dentro, escalofríos recorrían mi cuerpo que no dejaba de temblar asustada, mis ojos me dolían de tantas lágrimas que no dejaban de salir, mi mente la llamaba, la decía que despertara, que me mirase otra vez con sus ojos, esos ojos azules tan bonitos que a mi tanto me hubiera gustado tener, que me mirase con esa mirada de ternura y melancolía con la que ella miraba. Ella era dulce, inteligente, silenciosa, pero cuando te miraba sentías paz como si estuvieras a salvo de todo, yo la llamaba ¿mama, mama? Esperando que me contestara como tantas veces lo hizo ¿qué quieres hija? Pero esas palabras no volví a escucharlas jamás.
Mi casa estaba llena de gente pero yo nunca me había sentido tan sola y desamparada.
¿qué iba a ser de mí ahora? Yo no
entendía lo que estaba pasando, y mi
interior se rebelaba ¿por qué ella? ¿Porque si había de irse alguien, por que
ella y no otro? tristes pensamientos pero no podía remediarlos,
ella era como un manto que todo lo
arropaba, hasta cuando te regañaba, y nos dejaba con la tormenta el desasosiego.
Las horas pasaban y llegó el momento de decirla adiós allí
quedó unos metros bajo tierra como mi corazón, cuando volvía para casa
pregunté a mi hermano ¿ya no la veremos
más? Y él muy triste respondió, no mi niña ya no la veremos mas.
Volver a entrar en casa fue una de las cosas más duras, por
más que miraba ella no estaba, fueron días de tristeza, soledad, llantos, miedos,
rabia, desprecio hacia todo, me volví más silenciosa, como la casa, pensamientos
duros llenos de rencor hacia algo que me había arrebatado lo que más quería, dolor,
resentimientos, silencios.
Respeto a pisar donde ella estuvo, estuve años sin poder
pisar el suelo donde reposo sin vida, rodeaba porque parecía que iba a
pisarla a ella, fueron tiempos muy difíciles, sentimientos que he tenido que aprender a superarlos o
vivir con ellos.
Tenía a mi padre, a mis hermanos mayores y sobre todo mi hermana
mayor que me cuidó, siempre lo ha hecho, mil gracias la doy, pero no era lo
mismo, tenía a mis hermanos mas pequeños, que siempre les he querido tanto y
se que ellos a mi también, desde aquí les pido perdón porque ha veces
no supe cuidarlos como ellos se merecían, muchas veces eran ellos los que cuidaban de mí.
Los días, los meses los años pasaban, por mi vida fueron
pasando cosas unas mejores que otras, el dolor se va apaciguando, yo aprendí a
vivir muchas cosas para mis adentros, mi madre
estaba conmigo, pero de otra manera, yo la hablaba la decía mis cosas, su voz no la he vuelto a escuchar,
pero la he escuchado de otra manera, desde aquí le digo a mi hermano que no es verdad del todo
lo que me dijo, yo la he visto a mi
madre muchas veces, ha estado siempre conmigo. Cuando vestida de novia me miré en la luna de ese armario viejo que todavía esta
en casa allí la vi a ella, mirándome con sus dulces ojos y su mirada melancólica,
no penséis que estoy loca, yo la vi con mi mente y mi corazón, como se ve a las personas que ya no están.
La he añorado todos los años, cuando tuve a mis hijos ella estuvo
conmigo, fue a la primera que se los enseñé, siempre la estoy contando cosas y egoísta
también pidiéndoselas, rogándola que cuide de nosotros, de sus nietos, enfadándome
también con ella porque en ocasiones parece que nos abandona de nuevo.
A mi madre la extraño, la quiero y la añoro, la seguiré hablando
contando mis cosas, viéndola, no hay un solo día de mi vida que no piense en
ella, lágrimas me está costando escribir esto, pero lo escribo con todo mi amor,
ella se lo merece todo.
Ella es parte de mí, está en mi mente, en mi corazón, en mi piel, en mis alegrías y en mis penas. Mientras me quede un solo aliento de
vida ella vivirá dentro de mí porque ha sido, es y siempre será parte de mí.
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