Ve la vida a través del cristal de una ventana, y pasa sus días soñando despierto para escapar del lugar donde su cuerpo esta encerrado, sueña con paisajes hermosos, volar en libertad, poder respirar aire puro, no el aire que tiene que respirar, viciado, espeso, con olores y sabores que le dejan un sabor amargo, que le va dejando una costra en su garganta.
Su alegría mana de él, a pesar que su vida es triste, le rodea la soledad, la tristeza, el dolor y el abandono.
Pero él sueña que es libre, que el aire fresco del invierno roza su piel, le acaricia, sonríe con esa sonrisa de tristeza y alegría que sus labios dibujan, en una cara hermosa, sus ojos lo miran todo como si fuera la primera vez.
Esos ojos de una luz transparente, de un azul claro como si fueran trocitos de cielo que se han desprendido y posado en su rostro, y allí dulcemente permanecerán para siempre.
Sueña despierto con tiempos pasados, donde unas manos le acariciaban, le besaban.
El tiempo y la vida lo mantearon, llevándolo por caminos pedregosos, torturando su cuerpo y su mente, dejándolo a la deriva sin timón ni puerto donde arribar.
Y ahí está él viendo pasar la vida a través del cristal de una ventana.
Volando con la imaginación por lugares llenos de luz, de flores hermosas, de pájaros que a su paso le entonan sus cantos, disfrutando como el mar baña su cuerpo, roza su piel y el sol calienta su cuerpo, sueña con noches hermosas, estrelladas, donde la luz de la luna ilumina su rostro embrujándole, haciéndole sentir intensas emociones.
Cierra sus ojos y ve una hermosa primavera donde el campo renace con vidas nuevas, le mece su sueño los trigales dorados que dan paso a un verano caluroso, donde los campos se visten con sus mejores ropajes.
Y sueña y sueña que sus manos tocan los copos blancos que golpean el suelo, cayendo del cielo como perlas blancas de una hermosa cadena, y el aire gélido del invierno azota su rostro, sintiendo su frío, pero a él no le importa, solo quiere seguir disfrutando el momento que le brinda su sueño.
Sueño, solo es eso, su realidad es otra pero él no quiere dejar de soñar, porque su vida la ve a través del cristal de una ventana.
Sueña con momentos felices de besos y caricias de reencuentros con sus seres queridos, con roces de manos pequeñas, de ojos traviesos que lo observan, lo quieren y lo extrañan, es difícil pasar por su lado y no quererle, todo él es ternura, a pesar de su amargura.
Y entre realidad y sueños, la luz de sus bellos ojos se fueron apagando, y por fin su espíritu se liberó de su maltrecho cuerpo y pudo ser libre para ver y sentirlo todo, ahora de diferente manera.
La luz de sus ojos brillarán como dos estrellas en lo alto del firmamento, y jugarán al escondite con los luceros
sentirá la libertad en cada movimiento con la libertad que da no arrastrar un cuerpo muerto verá renacer la primavera, sentirá el aire fresco y los vientos acariciarán su rostro.
Volara por senderos perfumados, respirará los aromas a lavanda, tomillo y romero con recuerdos de su infancia,
sentirá las olas que forman los trigales verdes al ser mecidos por el viento.
Volará y volará sintiendo y disfrutando la libertad que su espíritu gozara eternamente
y dormirá en una alfombra que para él formen las estrellas, formando parte de nuevos amaneceres y hermosos atardeceres y sentirá el amor con el que los suyos lo recuerdan porque ya no verá la vida a través del cristal de una ventana.
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