miércoles, 1 de mayo de 2013

HOMBRE LOBO





La noche es oscura, la luna comienza a  salir, es una luna hermosa, yo estoy en mi habitación, sintiendo que el pulso se me acelera, siento dolor en mis manos, una sensación muy rara invade todo mi cuerpo, sensación que se hace más fuerte cuanto más entra la noche, hace un tiempo que lo vengo sintiendo, y no lo comprendo, me cuesta dormir, solo tengo ganas de salir, a pesar que la noche me asusta, siento como una llamada.

A lo lejos se oye el aullido de perros ¿o son lobos? mi corazón se acelera  tengo ganas de aullar auu..auuu... sale de mis labios como  un hilo de voz, se va adentrando por mi garganta auu..auu.. mis entrañas se revuelven como sin no fuesen mías  el aullido sale de mas adentro como si yo no mandara en él auu.. auu... es un alarido inquietante.
Siento cada vez con mas intensidad las ganas de salir de la habitación de sentirme libre, como  una fuerte sensación de que algo importante va a ocurrir, mis manos cada vez me duelen más se deforman por minutos ¿qué es esto? no comprendo.

Los aullidos del exterior cada vez  son más fuertes, me llaman, mis manos ya no son mis manos, son unas garras fuertes, velludas, y los aullidos salen de mi boca sin que  yo los pueda controlar, me estorba la ropa, me molesta y con rabia me despojo de ella, tengo el pecho lleno de un vello espeso, mis ojos se tornan rojizos, mi boca se trasforma, mis dientes perfectos  empiezan a crecer, a afilarse, la imagen que  veo en el espejo, ya no es la mía  soy un ser extraño, diferente  abro la ventana, los aullidos son cada vez mas insistentes auu.. auu.. salto al jardín, la luna parece que me alumbra solo a mí.

Los  aullidos del exterior son muy intensos, corro hacia ellos, veloz, con una prisa inusual que nunca había conocido en mí, mis pasos me llevan a lo alto de la montaña allí una manada de perros grises  ¿o son lobos?  parecen esperarme, yo estoy a cuatro patas, pues parece como  si mi espalda no pudiera  estar erguida,  se acercan a mí aullando auu... auu... me rodean y yo tiemblo, pero ellos no me atacan, solo aullan con intensidad, y yo como movido por un resorte que no pudiera controlar comienzo a aullar auu.. auu..

La manada de lobos comienza a moverse y me invitan a seguirlos, es como si les perteneciese de siempre, como si fuera parte de ellos, y sin miedo alguno les sigo, llegamos a un claro del bosque, donde la luna parece que brilla con más intensidad, aullando deciden por  que lado debemos movernos, y a toda prisa, velozmente seguimos por el bosque, nos detenemos bruscamente, delante de nosotros  un rebaño de ovejas asustadas se hacen un ovillo rejuntándose, apretándose unas con otras, balando bee... bee... temerosas de la suerte que las esperaba. 

Empezamos a dar aullidos auu.. auu... y el jefe de la manada empieza a atacar a las asustadas ovejas, y yo con una fuerza y unas ganas de hacer algo que me salia de las entrañas, clavé  mi boca abierta con tal deseo de morder y rasgar un cuerpo que allí quedó, un pequeño cordero sin vida, y mi boca mordía y destrozaba su cuerpo como si fuera lo único y mas importante que yo  deseara hacer, mi boca  se llenó  de sangre caliente, deliciosa que absorbía con deleite, allí estuvimos un rato dejando un rastro de muerte y un ovillo de ovejas asustadas pensando cuando volveríamos a por ellas.

Aullando nos alejamos de las asustadas ovejas, la luna brillaba en lo alto pero con menos intensidad.
Me desperté con frío, estaba  en mitad del jardín de mi casa, tenia frío y estaba hecho un ovillo, encogido no entendía que hacía allí, tirado y desnudo, con prisa entré en mi habitación por la ventana.
El espejo reflejaba mi imagen y cantidad de recuerdos se amontonaban en mi mente pero yo no los comprendía,   tenía  algún rastro de un liquido rojo pegado en la comisura de mis labios, me metí en mi cama, estaba amaneciendo y acurrucado me quedé dormido.

Sonó el despertador, yo estaba cansado con sueño pero tenía que levantarme, deprisa me metí debajo de la ducha para espabilarme, y bajé a  a la planta  de abajo, en la cocina mi madre preparaba  mi desayuno.
-¡Buenos días mamá! la dije.
-¿Qué tal has descasado? me preguntó dándome un beso en la mejilla.
-¡Bién! respondo mintiéndole, pues la verdad es que había sido una noche rara,  la había pasado soñando, y no  sabia como  había llegado hasta el jardín, cosa que  no llegaba a entender y eso me inquietaba.
Mi madre me miraba algo diferente aquella mañana o ¿me lo parecía a mí?
No podía  hablar de mi sueño con mi madre, pues ni yo mismo lo llegaba a entender, ¡todo había sido un mal sueño, una pesadilla!    o.... ¿No? 

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