La tarde languidece entre sombras,
el cielo abrumado esta solitario,
derramando lágrimas que caen
mecidas por un viento helado
sobre unas calles solitarias
vestidas de soledad.
La oscuridad de la noche
se apodera del último suspiro de luz,
unos ojos en los cristales contemplan
una estrella solitaria que se asoma
traviesa a ese cielo sin luna,
poblado de fantasmas sin miradas.
Se escucha el silencio que llora
a través del tiempo y la distancia,
que arrastra misterios sin tiempo ni espacio,
esclavos de un eterno padecer
que se esconde en la oscuridad
bajo una penumbra inquieta
que a veces olvida el presente
pero nunca olvida el pasado.
La oscuridad abre sus brazos
atrapando en ellos los deseos
que un día ya muy lejano
brillaban en una dulce mirada,
hoy esa mirada está cansada,
perdió por el camino el alma.
Un cuerpo abatido sin alas
camina por una senda empinada
arrastrando oscuros pensamientos
cargados de desilusiones y derrotas,
mezclados con sueños y deseos
que quedaron atrapados en el tiempo,
de una vida que camina solitaria
en ese espacio que invade la memoria,
que la lleva a vivir eternamente
vagando por delirios y entre sombras,
buscando lo que siempre se añora,
las sonrisas y el cariño que tuvimos
y que hoy nos parece tan lejano.
La tarde languidece muy despacio
el cielo solitario me mira abrumado
y mis lágrimas las mece un viento helado.
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