Unos pies descalzos arrastran cadenas
con eslabones de hierro oxidado,
que van hiriendo su cuerpo
en la noche perdida en el tiempo.
Se escucha quejidos y algunos lamentos
saliendo de una garganta herida,
sonidos sin armonía ni ritmo
dejando en el aire burbujas
que van elevándose buscando el cielo.
Su cuerpo, bailando de dolor y rabia
se tambalea y su corazón se acelera,
llevando en su interior clavada
la daga de la soledad y el miedo.
El silencio y la oscuridad se abrazan
en una noche fría y lluviosa,
la humedad va calando en los huesos
dejándolos entumecidos y torpes.
Cansado su cuerpo y dolida su alma
vagando por las calles sin un destino,
se mezcla la dureza del pensamiento
con las gotas de lluvia que rozan su rostro
y al caer en el asfalto se escucha un gemido,
los pies cansados pisaron su propio reflejo
dejando su sombra manchada y partida.
El temor y el miedo se hacen compañeros
que en silencio invaden las entrañas,
bagando van buscando respuestas
que en la soledad de la noche no encuentran.
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