Tardes frías del largo otoño
llenas de amarillos, rojos y ocre
con manto de hojas perdidas
danzando al compás del viento
acompañado de gotas de lluvia
que caen de un cielo pintado de gris oscuro
que al rozar la tierra parecen perlas
sintiendo palpitar el corazón
que va quedando al desnudo
perdiendo todo su brillo
atrapado en días oscuros
en horas largas y minutos intensos
donde el caminar se hace más lento
pesado y somnoliento
entrando en un estado de nostalgia
que hace entornar los ojos
deseando que la espesa niebla
pase de largo sin entrar en ellos
y el extenso silencio sea su compañero
el cual le acompañe en las largas tardes
de un tiempo de silencio y espera
de cambios, añoranzas y promesas
y la lluvia golpea los cristales
dejando sus huellas en ellos
y unos ojos las miran con deseo
de encontrar en ellas los aromas
que hagan de nuevo brillar
en lo alto del cielo
los bellos colores del el arco iris.
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